Hoy me tocó ir a votar, y como no tengo el cambio de domicilio hecho correctamente debí viajar hasta Martínez, Prov. de BsAs., dado que allí se encontraba la mesa de sufragio que me correspondía por padrón. "Todo esto" gracias a pasarme el domicilio a la casa de una antigüa novia para
safar del examen de manejo, ya que en dicho distrito la prueba para obtener el carnet de conductor era mucho más facil, al menos en aquel entonces. Así fue lo "fácil" que me salió el tramite... 10 años después de no tener nada que ver con esa chica sigo votando cerca de donde era su antigua casa...
Pero en fin, por suerte ya hice los trámites correspondientes y supuestamente las próximas elecciones me tocará votar cerca de mi domicilio actual, donde vivo junto a mi compañera desde hace más de 5 años.
He aquí mi periplo:
Me levanté tarde, una de la tarde para ser más exacto; ayer me dormí a cualquier hora... y sobre el límite emprendí viaje. Tomé el 114 que me llevó hasta Villa Urquiza (45') y de ahí empalmé con el 71(otros 45') que me depositaba a unas 10 cuadras (de campo) del lugar de votación. Al bajar del 71 pasé por el baño de una estación de servicio que muy amablemente me brindó sus instalaciones para alivianar la ansiedad de un largo viaje...
Luego de atravezar una extensa zona trazando zig zags logré dar con el bendito establecimiento educativo.
Al entrar, corroboré la mesa que me correspondía (la 255 jugale que hoy sale) y al llegar a la misma, para mi suerte, se encontraba casi vacía.. Esperé un breve momento y luego de
enlistarme acometí mi derecho/obligación ciudadana. Obviamente no diré a quién vote porque, desde luego, a nadie le importa.
Ya volviendo para mi Floresta querido
rumbié por el lado de Panamericana y casi llegando al cruce con Paraná me encontré con una escena que parecía una metáfora
irónica. Un león de peluche desparramado al costado del camino cual perro o gato que se fué al cielo; pobre destino... igual al de muchos otros peluches y mascotas. Seguramente se le voló a algún niño cuando lo llevaba, simulando hacerlo volar, desde el auto de sus padres sacándolo peligrosamente por la ventanilla... (peligrosamente lo digo por el pobre peluche que miren como quedó pobresito... abandonado y maltratado por las inclemencias del tiempo y el olvido.)
Así que haciendo honor a mi
cursilería habitual lo recogí y lo metí en mi mochila. Ahora el León está en casa después de un viaje estresante. Quizá le lleve tiempo adaptarse al nuevo hogar pero creo que mis gatos irán enseñándole las normas y beneficios de vivir una nueva vida lejos de las autopistas, y del peligro.