Todo lo que vino ocurriendo acerca de los saqueos sucedidos en las últimas semanas no es para nada una casualidad, sino mas la causalidad de algo que se sabe que va a ocurrir, porque los que vaticinan lo peor lo están buscando. Esos mismos que se suponen deben defendernos son los que después sabemos incitaron al caos para que su intención cobre estado público y arda en la sociedad como una herida reabierta. La policía esta organizando el crimen y querer combatir al crimen no se puede si los que se encargan de eso son más criminales que los mismos delincuentes.
En el lugar donde trabajo veo como la policía se encarga del "orden" a través de un aparato corrupto que se brinda como servicio para la ilegalidad. "Si ponés la guita, nosotros te dejamos..."
A esta altura de mi corta vida, le he perdido el respeto a la policía... y muchas veces ellos me han inspirado miedo más que autoridad. El abuso de poder de los efectivos de la seguridad ciudadana ejerce un amedrentamiento superior al del respeto, es miedo lo que ellos quieren lograr en los demás, el respeto saben que ya lo perdieron, hace rato.
Cuando era más joven, recuerdo que fuí con mi madre al obelisco a festejar el triunfo de Argentina por sobre Inglaterra en la Copa Mundial de Fútbol que se celebraba en Francia. En esa oportunidad yo estaba contento saltando y cantando los coros de miles de personas que también se encontraban allí con sus banderas en alto y saboreando el triunfo que habíamos obtenido y que nos permitía llegar a la semifinal, que luego perderíamos...
Todo marchaba bien hasta que en un momento comenzó a desplegarse el cuerpo de infantería de la policía federal ordenándonos desalojar la Plaza de la República donde todo el mundo se encontraba. Por qué motivo no lo sabemos... lo cierto es que nos echaron literalmente. A fuerza de gases lacrimógenos y palos tuvimos que refugiarnos junto a mi madre y otras personas en la puerta de un edificio; yo la verdad no entendía que habíamos hecho de malo.
Hasta ahí todo fue emocionante en un punto, pero lo que viene a continuación me marcaría, creo yo, para el resto de mi vida.
Ya todo empezó a calmarse, la gente finalmente se dispersó y las familias corrieron escapando del desorden. Quedaríamos unos cientos en los alrededores de la plaza.
La fila de policías "antidisturbios" había tomado el control total de la escena.
Cuando de pronto veo que del otro lado venía una parejita de novios caminando por la plaza, atravesándola como yendo para el lado de Av. Callao; tranquilos, transitando, quizá hasta creo que ni siquiera estarían en los festejos, sino más bien por la zona, capaz saliendo del cine...
La mala suerte de pasar justo por allí hizo que uno de estos "Robocops" se acercara hasta ellos y diciéndoles algo que no logré entender le encajó un golpe en la boca del muchacho con un palo largo que le rompió los dientes, sangre total, su remera manchada de rojo; acto seguido la chica que estaba con él pegó un alarido y se tiró contra el policía que se la sacó de encima empujándola para luego tomar al pobre muchacho herido y arrastrarlo con la ayuda de otros dos policías hasta el camión donde finalmente quedaría detenido sin razón. El llanto de la muchacha me quebró el aliento.
Mi reacción fue nula, me quedé estupefacto ante la violencia que acababa de presenciar. Nada podía hacer, solo resignarme y anoticiarme de cómo son las cosas en este mundo. Todo ese respeto que yo creía tener ante la figura del policía bueno se esfumó, así nada más.
Han pasado quince años desde aquella noche y siempre se me revuelve el estómago de la misma manera.
Desde ese día le perdí el respeto a la policía. Lamentablemente todos pagan por ese hijo de puta, pero incluso recordar que nadie frenó a ese abusador los convierte al resto en cómplices silenciosos.
Por eso cuando veo o escucho a la policía hacerse la víctima me da vergüenza; si su elección fue tomar la responsabilidad de cuidar la seguridad de las demás personas no se puede hacer uso de ese poder para hacer la vista gorda o controlar el delito como un recurso potencial para el beneficio propio.
Prefiero que la INSEGURIDAD se combata con más maestros, más trabajo, más inclusión, más salud, más justicia, más amor y no con más policía.